Sunday, April 20, 2008

El hombre que no quería cambiar

No quería cambiar un hombre porque cambiar significaba comenzar de nuevo; significaba volver a ser niño, contemplar cosas y personas sin definirlas, perderlo todo o asumir que no se tiene nada si se deja de pensar.
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No quería cambiar una vez un hombre, pero quería creer que no podía hacerlo para no cambiar, y entonces seguir teniendo lo que tiene aunque por momentos supiera que no sabe si en realidad algo tiene.
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Efectivamente tenía un gato, un perro, una casa, esposa e hijos.
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El gato y el perro sólo saben comenzar, así hasta el fin; la casa no es casa si alguien no la habita (eso es una casa abandonada), no hay esposa sin esposo ni padre sin hijos.
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Comenzó el hombre a salirse de sí por recomendación de un amigo, perfecto desconocido hasta ese momento.
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El hombre se convirtió en su gato e identificó las pertenencias del animal, entre las que contaba él.
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Volvió a ser él y respiró hondo al comprobar que era el gato quien pertenecía a él, y no él al gato; mas, un mortal instante dubitativo, posterior a dicha interrogante, impidió a la psiquis del hombre convertir su pensar en verdad. Lo inundó la contradicción que nunca había considerado mientras fue dueño del gato. Ahora había dejado de serlo. Había cambiado.
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Redescubriendo el hoy
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Me aburre lo que tengo cuando no lo siento
Mas cuando lo siento ya no lo tengo
O simplemente lo tengo pero de otra forma
En forma de mañana o de ayer
Y no en forma de hoy
Que es lo único que tengo.
.
Sí, hoy.
Aquel gran hoy que se devela majestuoso e inalcanzable en el acto de contemplar el mar abierto
o la mirada calma e irracional de un animal.
El gran hoy del que he sido excluído, relegado de actor a esporádico espectador.
El gran hoy de los sentidos sin razón y de las cosas que
no cambian
.
Si ese gran hoy en el que hoy creo,
porque se devela en situaciones mudas,
(pero que no habito por ser hombre)
sigue como ahora entregándose en la breve totalidad de un sinúmero de instantes,
preciada ocasión de versos sobrecojedores que
-más que versos-
son las manos de Dios abriendo el portal que sólo se ve con los sentimientos
(aquella situación silenciosa que es arte sublime e indescriptible)
¡Si eso pasa!
Si sigue entregándoseme este hoy vedado,
como ahora pasó y sigue pasando:
Para allá voy;
que implique subir o bajar no me importa
No me importa la dirección;
Allá voy;
y para siempre iré por volver a vivirlo,
aunque sea sólo una vez más en la vida.

Friday, April 11, 2008

Descubriendo el Hoy

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Me aburre lo que tengo cuando no lo siento
Mas cuando lo siento ya no lo tengo
O simplemente lo tengo pero de otra forma
En forma de mañana o de ayer
Y no en forma de hoy
Que es lo único que tengo.
.
Sí, hoy.
Aquel gran hoy que se devela majestuoso e inalcanzable en el acto de contemplar el mar abierto
o la mirada calma e irracional de un animal.
El gran hoy del que he sido excluído, relegado de actor a esporádico espectador.
El gran hoy de los sentidos sin razón y de las cosas que no cambian
.
Si ese gran hoy en el que hoy creo,
porque se devela en situaciones mudas,
(pero que no habito por ser hombre)
sigue como ahora entregándose en la breve totalidad de un sinúmero de instantes,
preciada ocasión de versos sobrecojedores que
-más que versos-
son las manos de Dios abriendo el portal que sólo se ve con los sentimientos
(aquella situación silenciosa que es arte sublime e indescriptible)
¡Si eso pasa!
Si sigue entregándoseme este hoy vedado,
como ahora pasó y sigue pasando:
Para allá voy;
que implique subir o bajar no me importa
No me importa la dirección;
Allá voy;
y para siempre iré por volver a vivirlo,
aunque sea sólo una vez más en la vida.

Monday, April 07, 2008

Historia sin título (fragmento)

Era de noche en mi pueblo cuando me di cuenta de que las drogas tenían un sentido, el viaje místico del neopren que me vuelve franciscano, la potencia de la pasta base que me vuelve evangélico, la pausa filosófica de un buen pitito y, como no, el goce dionisíaco del alcohol en todas sus preparaciones.
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Fue así como me fui convirtiendo, trasladé mi vida a la espiritualidad extrema de la decadencia, vomité sin verguenza en veredas y paraderos, amé a muchas mujeres que se negaron a besarme, conocí a muchos como yo en casas de acogida que me alojaron, a cambio de un miserable aporte voluntario, con agua caliente y desayuno, todo incluído.
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Me acerqué mucho a los animales, desde los más pequeños, como las pulgas y los piojos, hasta el gran amigo del hombre, los perros vagos, que, tal como yo, viven de la caridad de quienes necesitan ser solidarios para apaciguar el fuego de su egocentrismo y materialismo. Porque los maricones creen que porque la dan un pan con chuño y tomate a uno (seguramente sobras de la abuela enferma) quedan de inmediato con un cupo asegurado en el reino de los cielos. Huevones de mierda no más. Saben que más, váyanse todos a la misma chucha.

Sunday, April 06, 2008

Alprazolam, un cuento, y otras burradas

.....Hoy día me tomé un alprazolam que econtré botado. Dormí toda la tarde. Suena decadente pero -literalmente- me lo tomé como una humorada, en mi constante y tal vez insensata búsqueda de humoradas.
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.....Entre sueño y sueño escribí cosas. Ya no sueño en mis sueños, solo escribo, y cada vez más me gusta soñar. Haré el intento con un cuento corto improvisado ahora mismo.
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"El vacío existencial que genera el ocio excesivo pude haberlo controlado buscando trabajo, sin embargo preferí sumergirme en el maravilloso mundo del alcohol y las drogas, compartiendo con esas personas simpáticamente apodadas "borrachines", "drogos", etc..
Los borrachines son sabios y simpáticos, como nadie, saben de qué se trata la vida, justamente porque la vida no se trata de ninguna cosa a menos que seamos muy conchesumadres y pretendamos definirla; no falta el culia'o que se las sabe todas y se pone a hablar huevadas indignantes ante gente estúpida que ha preferido perderse en las vanalidades que están allá fuera y olvidarse a sí mismos sin ninguna verguenza.
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Era de noche en mi pueblo cuando me di cuenta de que las drogas tenían un sentido, el viaje místico del neopren que me vuelve franciscano, la potencia de la pasta base que me vuelve evangélico, la pausa filosófica de un buen pitito y, como no, el goce dionisíaco del alcohol en todas sus preparaciones.
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Fue así como me fui convirtiendo, trasladé mi vida a la espiritualidad extrema de la decadencia, vomité sin verguenza en veredas y paraderos, amé a muchas mujeres que se negaros a besarme, conocí a muchos como yo en casas de acogida que me alojaron, a cambio de un miserable aporte voluntario, con agua caliente y desayuno, todo incluído..
Me acerqué mucho a los animales, desde los más pequeños, como las pulgas y los piojos, hasta el gran amigo del hombre, los perros vagos, que, tal como yo, viven de la caridad de quienes necesitan ser solidarios para apaciguar el fuego de su egocentrismo y materialismo. Porque los maricones creen que porque la dan un pan con chuño y tomate a uno (seguramente sobras de la abuela enferma) quedan de inmediato con un cupo asegurado en el reino de los cielos. Huevones de mierda no más. Saben que más, váyanse todos a la misma chucha".
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.....Y así es la literatura amiguitos, me salgo de mí mismo, encarno personajes con los que no he lidiado más que fragmentariamente, y entonces a la hora de la creación escrita se ejecutan automáticamente mecanismos de condensación que fraguan una realidad a partir del mosaico que es la realidad misma.
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.....El amor por la improvisación nace, como todo amor, a partir de la incertidumbre, de no saber lo que va a pasar, a pesar de ser uno mismo quien sirve de fábrica, de filtro, de molino manual para crear un pastel imaginario que los lectores/consumidores deboran y vomitan convertido en otra cosa, eso es crear. Que al crítico literario le guste comer las sobras y nadar en el vómito de la historia colectiva que se desprende de una obra es problema de él. Consejo a mis fieles lectores (tengo fe): lean sin criticar y si no les gusta reinvéntenlo.