Tuesday, January 10, 2012

Una historia sin comas.

Allá por la no tan lejana primavera del año 2010 transcurrieron en Quinta de Tilcoco una seguidilla de infidelidades cargadas de rural y excitante lascivia propia del lugar y la estación. De todas esas os contaré la única que conozco o que se me ocurrió.
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Las miradas de reojo y los cuchicheos femeninos han sido la oferta de desconfianza más tentadora que recibió la Sole mientras camina del brazo de su amante por la pista de baile de la fonda con más metros cuadrados de aserrín de toda La Quinta embriagada de cumbia y patriotismo desbordado hasta el vómito.
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Por no querer amargarle el 18 ni su víspera a su amiga Sole que tanto quiere doña Pamela prefirió esperar hasta octubre para destaparle la olla. Su marido es un chancho y hace rato se está moviendo con la zorra de palo le dijo de entrada el día que se juntaron a conversar el tema. La Sole por alguna razón extraña o quizás por la rudeza que otorga el campo y sus cosechas siempre en las mismas fechas como indicando que cada cosa tiene su tiempo y así mismo los sentimientos se fue a su casa y pensó en los hechos.
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El relato era efectivo y efectiva la forma de comprobarlo en un pueblo chico donde de cada modelo hay un solo auto. Justo afuera de la casa de la Erminda se estacionaba el bólido del bien llamado chancho que tras horas de quizá cuanta tertulia con póngale y métale ya solo quedaba asomarse por la ventana. Lamentablemente en esa oportunidad solo disputaban la final de un torneo de dominó acompañado de vino blanco el sospechoso versus la famosa zorra de palo.