Tuesday, July 24, 2012

Ana Concha

Fue algún día una pequeña culebra chilena, inofensiva como toda culebra chilena, que por desgracia en la cordillera bajó al Mapocho y de un resbalo cayó en Santiago. Aquel río de mutagénicas aguas repletas de mutantes organismos, depletaron su espíritu y la convirtieron en una monstruosa anaconda urbana, devoradora de sopaipillas picantes, caídas tras madurar en manos ebrias transitando sobre puentes grises.

Fue un día una pequeña culebra chilena, buena y tierna como toda culebra chilena, que por esos desaciertos azarosos sin duda tormentosos, cayó en las aguas del Mapocho hasta el valle de Santiago. Creció llena de dolor y desbordante de nostalgia, le subió el colesterol y de un infarto, tras años de pena y escenas sórdidas, felizmente falleció. Su nombre fue Ana Concha; la llamaré Anaconda.