Monday, April 07, 2008

Historia sin título (fragmento)

Era de noche en mi pueblo cuando me di cuenta de que las drogas tenían un sentido, el viaje místico del neopren que me vuelve franciscano, la potencia de la pasta base que me vuelve evangélico, la pausa filosófica de un buen pitito y, como no, el goce dionisíaco del alcohol en todas sus preparaciones.
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Fue así como me fui convirtiendo, trasladé mi vida a la espiritualidad extrema de la decadencia, vomité sin verguenza en veredas y paraderos, amé a muchas mujeres que se negaron a besarme, conocí a muchos como yo en casas de acogida que me alojaron, a cambio de un miserable aporte voluntario, con agua caliente y desayuno, todo incluído.
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Me acerqué mucho a los animales, desde los más pequeños, como las pulgas y los piojos, hasta el gran amigo del hombre, los perros vagos, que, tal como yo, viven de la caridad de quienes necesitan ser solidarios para apaciguar el fuego de su egocentrismo y materialismo. Porque los maricones creen que porque la dan un pan con chuño y tomate a uno (seguramente sobras de la abuela enferma) quedan de inmediato con un cupo asegurado en el reino de los cielos. Huevones de mierda no más. Saben que más, váyanse todos a la misma chucha.

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