Hora de Almuerzo

Algo anda bien con mi estado de ánimo, pero se topa con algo que anda mal, reestabilizándose mi situación irregular, a la que he llegado a conferir aprecio por serme tan fiel e indiferente.
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De alguna forma me he vuelto esclavo de esta subjetividad que, sin ser opaca, me mantiene en permanente e inamovible estado de ansiedad anicipatoria ante un hecho desconocido que puede ser horrible, marvilloso, o incluso de ambas formas simultáneamente.
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Cuesta profundizar en estos suelos áridos, el asadón choca en piedra y tierra comprimida a nivel molecular. La sensación al caminar es de extraña seguridad y dureza que contagia; es una marcha casi marcial la que se ejecuta inconscientemente (obligadamente) en estos suelos toscos que han criado a gente de carácter filoso, duro y hermético; personalidades secas y acaloradas que avanzan siempre en línea recta. Por eso acá es facil sentir calor, sofocación e impulsos -del todo instintivos- de agredir y someter el espacio con la sola presencia, en búsqueda de la utopía del control sobre la adversidad en que nosotros mismos nos hemos convertido.