Sunday, July 12, 2015

Capítulo I


El curdo y su novia me parecieron petulantes, ella muy argentina sin duda, el muy curdo tal vez. Después de un rato en conversación, mi interés viró hacia otras esferas de sus seres, y comencé a ver personas y no rasgos, o no exclusivamente rasgos de manera aislada, porque todo el tiempo traté de verlo todo, y en eso suelo perder el suelo, olvidar dónde estoy parado y dónde lo están ellos; un tipo sin nación, un paria intelectual -matemático- y una ilustradora free lance, que satisfacen sus necesidades de amor, de ego, de lo que sea, no me importa; no me importa llegar más lejos, ambos me parecieron muy simpáticos, entretenidos, interesantes, y con  eso puedo también suponer que buenas personas. 
Las barreras autoimpuestas se abren en situaciones atípicas. Mi interés por las personas se destapó en ese momento gracias al curdo y su novia, para alcanzar a todos los demás reunidos en esa fiesta. No es primera vez que me ocurre, no es primera vez que oscilo entre ganar y perder esa capacidad, no es malo de sentir, exalto mis momentos más preciosos, precisos, contrastándolos con los demás, los de día cumplido, los de cotidianidad mecánica. Desearía convertir la mirada en perspectiva en un estado permanente, estar siempre afuera, para volver a mí con algo nuevo.

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