Wednesday, June 27, 2007

Te ha pasado que...

...estas en el medio de una plantación inconmensurable de remolacha, o algo por el estilo...

















...Eres incapaz de divisar los limites de aquella fértil planicie, salvo el que está justo tras de ti -una carretera asfaltada.






























Pero no estás solo en aquel lugar, te acompaña tu suegra y otra mujer también adulta a la que nunca antes en tu vida habías visto; los tres estan sentados, cada uno en su silla, al rededor de una pequeña mesa de madera que mide al rededor de un metro cuadrado.























No alcanzas a preguntarte qué significa toda esta escena, si siempre has estado ahí, si apareciste de pronto, o si en realidad no estás ni nunca estarás ahí; no alcanzas a preguntarte nada, porque tan pronto como has tomado conciencia del lugar en donde estás, al unícrono te asombras por el proyectil que viene acercándose como si se tratara de un misil teledirigido que tiene por blanco al trío reunido alrededor de la mesa. Pero continuando con la tendencia de sucesos relampagueantes que se interrumpen los unos con los otros en esta experiencia mía, justo antes de alcanzar a sentir cualquier tipo de emoción, sensación y por supuesto de permitirme especular sobre la naturaleza del objeto que se acerca a nosotros, éste acelera su vuelo y de golpe se nos presenta sobre la mesa como un pinguino de reluciente pelaje que ahora nos observa por algunos segundos a cada uno mientras menea su cuello ondulado y marcha lento en varias direcciones sobre la mesa.
















Mi suegra, su amiga y yo, apreciamos con cara de nada lo que está ocurriendo; y digo cara de nada porque decir que nos sentíamos impresionados, extrañados, o de alguna forma particular, adscrita a un calificativo que todo el mundo podría entender, y entonces sentirse partícipe imaginario de esta indescriptible experiencia que hemos vivido, significaría justamente negar la condición indescriptible del estado atmosférico que caracterizó a esta experiencia, el que sin duda se debe a la extraña fusión de cada uno de los elementos participantes, los que por sí solos son peligrosamente comunes y ordinarios, exceptuando a la mujer amiga de mi suegra, pues como nunca antes la había visto no puedo poner las manos al fuego por ella, pudiendo tal vez ser justamente quien pondría la excentricidad a todo esto.























Estáticos, permanecimos con la vista fija en el maravilloso animal de pelaje radiante hasta que, luego de llevar sus coqueteos a una expresión honestamente inmejorable, a la que ni una sola mujer podría siquiera postular, abrió sus hermosas alas, y agitándolas con elegencia abandonó el lugar para siempre.


















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1 comment:

Peke said...

eemmm
O.o
tas loko ^^
besos
bye