Tuesday, September 11, 2007

Imágenes

Luchando contra el sueño me sumerjo en un mundo intermedio entre la vigilia y los sueños, que si bien es un producto de este equilibrio, es también otra cosa muy distinta de ambos.
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La luz de la ampolleta es distinta, la imágenes son distintas, un poco distorsionadas; y lo más interesante de todo es que dejo de pensar con la cabeza, lo hago con el pelo y con la piel de las manos. Tal cual, es una especie de estática adormecedora que prevalece justamente en la cabeza y el dorso de las manos, ahí está toda la energía; con esas presas de mi cuerpo pienso; aunque ya no debiera decir que son presas de mi cuerpo, porque de algun modo se produce un abandono "para/con" él; se trata de un organismo aparte, autónomo, que produce pensamientos difuminados sobre nada muy claro, conformado -como ya dije- por el dorso de mis manos y la superficie de mi cráneo cubierta por cabello.
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Veo un mar gris, cielo, agua y rocas grises, como si todo estuviera pasado por un filtro gris, o visto a través de una tela gris; los pájaros, las nubes, las olas, las rocas, la arena, todos los elementos del paisaje grises. Tal vez es que la luz del sol se ha vuelto gris, opacando el espacio.
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Con los ojos secos, pajosos, identifico una voz en forma de imagen televisiva; es un hombre con terno y corbata leyendo algo, noticias probablemente, al lado hay un gomero muy bien cuidado en un macetero café. El piso de la terraza es rojo y los perros ladran, hay olor a perro ahora, pero también olor a hierba, a establo y a mar.
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Los verdes cerros macizos apuntan al cielo como indicándonos algo que no vemos si no sentimos, pero que parece importante. Algunos rombos de colores suben y bajan casi al nivel de las nubes.
Los cerros verdes macizos huelen a tierra, huelen a grieta y a polvo, pero engrandecen el alma con su conmovedora imponencia.
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Me distrae la voz gruesa de una mujer delgada y triste que se queja frente a un arbusto. Tiene el pelo pajoso, la cara arrugada, los brazos lánguidos y el torso encorvado. El arbusto solo la escucha silencioso; su comprensión es desbordante.
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El viento entre las rocas eterniza los ecos de muchedumbres vociferando penas al otro lado del mundo; naufragadas, errantes y confusas en la naturaleza que les da sutil trato, perdonándoles la muerte, como nunca lo haría un hombre, y haciéndolas eternas.

6 comments:

Mary Rogers said...

¡Qué bien escribes!
Cuando tenga un minuto volveré a leer el resto.
Un abrazo

nini said...

tengo tuto ahora. ..
otro dia te leo bien
:9

Cucurullo said...

Muy bueno lo que escribes.
La media volaita.

Saludos.

http://superliteratura.blogspot.com

cumbiera intelectual said...

es shoro vivir aqui............




=P
muy chitoso
toi esperando tu nueva aparicion en alguna pelicula

María Elisa Quiaro said...

esa vigila reveladora de intermedios, ese entresueno, que muestra colores y reflejos. hermoso tu texto y tu casa

cumbiera intelectual said...

yapo renuevate =P
o los estragos del efecto dieciochero no te deja??