Tuesday, October 15, 2013

ligero al fin

La vida una despedida constante. Las conversaciones con otros el eco de conversaciones internas, conmigo mismo. Hoy día las fiestas no tienen mucho más sentido que disfrutar del viaje provisto por la intoxicación con  alcohol, marihuana u otras sustancias neuroactivas; tal como lo hicieron nuestros ancestros con elixires extintos o perdidos, alucinógenos, enterógenos. El más borracho en ocasiones todavía transmuta en un pastor que balancea al resto de su ebrio rebaño por espacios donde conlindan el consciente y el inconsciente, los suburbios mentales que resultan novedosos en contraste con una vida tan humana y civilizada. No es sorprendente que durante un paseo universitario haya parejas que opten por copular en las calles, escindidos de la convención que con prepotencia algunos sentenciaron realidad.
Cuando alguien utiliza expresiones como "el pan de cada día" probablemente siente que habla en un lenguaje universal, sin duda no es así, para algunos se tratará de un poeta, para otros de un cristiano, para otros de un imbécil, para otros de un comediante, para otros de un excelente empresario, para otros de un vendedor eximio y para mí sin duda de un ex simio vendedor de mentiras. Solo quise decirlo, es mentira, si alguien utiliza entre sus expresiones la de "pan de cada día", me parece que aún puede seguir tratándose de una persona absolutamente normal.

La vida en tanto despedida no deja de seducirme, no deja de seducirme la idea de irme despidiendo de mis propias palabras en la medida que van quedando escritas en este casi infinito espacio de papel virtual. Finalmente no será mucho más que insuficientes imágenes descriptoras e insuficientes palabras descriptivas lo que quede de cada uno de quienes asumimos la muerte como el único fenómeno humanamente comprensible e irrefutablemente normal.

Mientras viva me parecerá lamentable no poder llevar conmigo los recuerdos que no serán de otros en su forma y contenido lo que para mí han sido; pero esta evidencia pierde utilidad cuando no existe ya una consciencia que requiere de ellos para reconocerse a sí misma en el tiempo. En definitiva todo lo físico e inmaterial que me representa es absolutamente desechable. ¿Por qué persisto con este tipo de reflexiones?, creo que sólo porque cada tanto me seduce mi propia desaparición, pero igualmente con cierta finalidad práctica, la de no olvidar esa alegre ligereza de la vida.


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