Saturday, January 02, 2016

Hoy día vamos a la playa

El agua es uno de los misterios más simpáticos de la existencia, y el mar la más grande de sus manifestaciones. El agua de afuera es salada, el agua de adentro es dulce, pero cuando te sumerges en el agua de afuera conteniendo la respiración, se vive un ser no muy distinto al de un grano de sal en disolución. El mar sana, aguantar la respiración nos pone en contacto con el yo interno, y el cuerpo sumergido unifica al ser, une las aguas, contactándome con fauna olvidada, con mis antepasados, con áfrica y con mi madre, entre tantas otras cuestiones constitutivas de mi ser. No hay una gota de agua distinta, no hay mares distintos. Estoy sumergido en la totalidad del tiempo. 
Con el tiempo sabidamente circulando, y nada más que circulando, comprendo la dinámica del ser como un movimiento a distancia sin puntos referenciales; me duermo plácido en mi soledad sin límites, y nuevamente la muerte corona mi sentir sobre la energía contenida en las piedras y todo aquello inerte que impera mientras vine a ser un rato corto.

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