Día muerto en el consultorio Lzo. Lamas
Mientras el Doctor Andalién debora un bistec de cerdo con tallarines, la doctora Smith toma agua tibia en una botella plástica; yo finjo estar ocupado pero realmente mi ocupación hasta ahora ha sido calentar sillas y olvidar pequeñas responsabilidades, como usar zapatos y no zapatillas, o dejar llaves en el bolsillo del pantalón sucio en vez de traerlas.
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Ya no hay nada en el plato de Andalién, y Smith me dijo que hoy trabajaría durante la tarde. Es así como sigo aquí, la doctora Smith fue a ocupar el puesto que, pensé, sería mio esta tarde, y el doctor Andalién salió disparado con vehemencia a la siga de sus obligaciones, dando la impresión de que éstas pudieran escapársele si no llegaba a tiempo.
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No hay nadie en el comedor, salvo dos señoritas que vienen y van trapeando el piso sigilosamente. En la t.v dan una serie con personajes de timbre sabrosón, probablemente venezolana. De vez en cuando le hecho una mirada, o porque gritan, o simplemente por ver a algunas de las mujeres tetonas, delgadas y de largas piernas que aparecen desfilando siempre muy erguidas por escenografías abc1, aunque estén encarnando a un paciente terminal desahuciado.
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Ver televisión cuando tengo varias horas libres más por delante me hace pensar estupideces, o facilita el que pueda hacerlo, seguro como evasión de las nanoneurosis que me provocaría imaginar la rutina escabrosa de los días que vendrán, actividades que de seguro llegarán a hacer metástasis en el tan preciado fin de semana.
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Llegó una enfermera junto a un anciano a la mesa del lado.
- Don Víctor, son todos los días aspirinas, justo antes de acostarse, siempre en la noche a la misma hora.
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A lo que el viejo replica:
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- Pero antes no me dijeron eso.
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La enfermera hace un gesto que podría entenderse como "no sé por qué le habrán dicho eso, lo siento".
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- A mi me interesa que Ud. se tome los remedios como yo le digo, y que venga a control mensual, mi nombre es Olivia Mella.
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El anciano con toda calma asiente a cada indicación y acepta la fecha del próximo control, ambos se ponen de pie y caminan a la salida.
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Me quedó libre un box, tal vez el más cómodo, y tiene computador conectado a internet. Dejé el msn en "no conectado" para no tener problemas y puse cara de concentrado cuando repentinamente entró, primero la doctora Smith, y luego la señorita Mariela, ambas a buscar algunas cosas y despedirse hasta el día siguiente. En realidad lo que estaba haciendo es lo mismo que estoy haciendo ahora: escribiendo todo esto.
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Así es la cosa..
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