Monday, June 02, 2008

las cosas que no cambian

Habia una vez un tumulto de personas caminando como juguetes a cuerda entre los edificios de vidrio que cambiaban de posición para dejar pasar a los automóviles que venian por la ruta aérea inserta en la ciudad como una red de puentes colgantes.
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Quienes aún no caminaban con movimientos de rueda dentada por las prótesis metálicas que reemplazaban sus huesos devorados por cánceres complejos e intransigentes, parecian gacelas por entre los árboles de vidrio macizo que giraban proyectando la luz del sol en las lágrimas de sus ramajes cristalizados que servían de semáforo a los insectos poblacionales que revoloteaban agitada, alborotada y muy vulgarmente por entre los cielos bajos de la ciudad más brillante del país.
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Había bacterias, que superaban los dos metros y medio, caminando como unos transeuntes más entre los robóticos ejecutivos, estudiantes, niños pequeños, rockeros y aguardientosos doctores de la ley.
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La comida y las mujeres se olían en cualquier esquina porque los olores recobraron la importancia que perdieron durante la época de la tecnología digital que ahora, sin haber sido reemplazada, ya era como parte de la naturaleza más primitiva de la zona, y en ningun caso un blanco de interés masivo para la fauna humana. La comida blanca y líquida acompañaba las carnes repletas de aliño que dejaban babeando a centenares de empresarios y deportistas acostumbrados a salir a comer con unos amigos. Todo el caos se hacía hermosamente asqueroso entre tanta fusión olfativa de perros y restaurantes meados en sus puertas por los perros y los pájaros con doble conducto que finalmente terminaron por abundar gracias a la manipulación genética declarada un derecho para quienes no gozan de su formato hereditario.
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Las cartas andaban volando como palomas mensajeras, los árboles tradicionales no dejaron de generar viento ni el sol de producir luz y un cielo celeste de infinita concentración energética dispuesta a alimentar las molleras de quienes por salud mental decidieron raparse para siempre.
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El tumulto de personas rápidamente comenzó a disgregarse, porque la fiesta callejera había sido cancelada por personal de carabineros dispuesto a llevarse detenido a quienes no entendieran por las buenas, independiente de que se tratara de cánceres, bacterias, humanos transplantados y robóticos o personas naturales no intervenidas.
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Todo terminó con múltiples convivencias en los salones de casas patronales refraccionadas para la ocasión.
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Y colorin colorado este cuento ha terminado.

7 comments:

Anonymous said...

hola hace un siglo no pasaba x aki
tanto q se me olvido mi clave del blog asiq no puedo subir nada....y te posteo en anonimo jajaja
q triste
oye eso de los pajaros de doble conducto me hizo gracias
bueno, nos estamos viendo x ahi
y dejame entrar al simposio provincial po
no seai mala onda jajajaja
total ya pronto se viene la reivindicacion de las planas
=P chauuuuu saludossss
karima

kany said...

A ratos pensaba que estabas parado en la esquina de alameda con Santa Rosa...
besos

kany said...

ya puh, cuando venga...un café.

Gonzalo Cárdenas Loguercio said...

mmmmmmmmmmmmmm, visión interesante de un futuro probable, de relaciones con robóticos personajes y pseudohumanoides creados por la mano del hombre verdadero.
Saludos, Canastero

Daniela said...

Nada cambia, los pacos siempre cagando la onda!!!!!

Las bacterias...., yo combato con ellas con amoxi clavulanico....
un toque de ciprofloxacino, dos tabletas de metronidazol, su cuarto de nitrofurantoina, un resto de cefuroximo...y ellas, la amyoría de ellas, se duermen.

kany said...

Pasaba a dejar sopaipillas...

Anonymous said...

de verdad creo que por fin entendi uno de tus cuentos,y digo CREO,