el pozo - parte II: el no pozo

El inconsciente no es un pozo, es una fábrica, es la explicación de cada uno de mis movimientos. El problema es que no existe, ¿como crearlo y profanarlo?, ¿como acceder y modificarlo?. ¿Sacando ciruelas verdes de un árbol?, ¿tomando leche?, ¿llorando?, ¿luchando?, ¿siendo golpeado?, ¿siguiendo con esta lista aterradora?, ¿imponiéndome?, ¿haciéndome a un lado?, ¿asumiendo?, ¿cómo?, ¿pidiéndo disculpas?, ¿cuántas?, ¿cambiando?, ¿cómo?, ¿cómo?, ¿cómo?.

.

Es inútil, todo es solo esto, lo que vivo. Por comprender no queda mucho más, la fábrica sigue en marcha. El fin último será que el bien no sea solo una expiación tras otra, una seguidilla de oasis surgiendo y secándose. El pasado puede ser una tormenta en gestación si insisto en tomar al presente por las orejas o por el pelo, y no por las riendas. Renuncio.

.

Renuncio a todo lo que no sea respirar en paz y a todo abrazo no sincero. Renuncio al futuro carente de currículum, sin antecedentes, que es lo mismo que temer a la muerte.

.

El inconsciente no es un pozo, es una fábrica, una tormenta o una primavera, es la estación del año que yo prefiera. Es polen, semilla de creatividad, disgregada en el viento que sopla en mis sueños.