Tratamiento

Sentimientos inmortales de amor odio y deseo
Inundaron la habitación de un hombre soltero
Que con desenfreno se masturbaba perturbado
Odiándose a sí mismo y a las mujeres
Pero autoprovocándose placer y anhelando poder
volver a estar con su única pareja de la adolescencia
A la que por falta de iniciativa no desvirgó
(Hoy está casada y tiene dos hijos
Con un hombre que parece sano y bueno
Al que envidia sobremanera)
Hasta que llega la hora de la eyaculación
Y todo se calma
El odio, el amor y el deseo
Gracias a su bien preciado acto de onanismo
Puede volver a respirar profundo
Por lo menos hasta que su musculatura
Y sus pensamientos
No se reencuentren con su condición normal de máximo estrés.