La Ramadas del Pueblo

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..........En varias oportunidades nos perdimos unos de otros, y entonces cada cual vivía su propia experiencia de desamparo durante algunos minutos.

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..........El ambiente tan alcohólico, tan festivo, tan masivo, caótico, casi esquizofrénico, nos transformaba a cada uno de nostros. Era como de pronto aparecer en otra dimensión, en un espacio que por sus excesivas diferencias con el mundo real se hacía absolutamente inmune a las normalidades que, siguiendo la lógica de la difusión simple, debieron de haber inundado las ramadas de un pueblo por costumbre igualmente normal.

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..........Esta vez no fue así, a pesar de encontrarme a cuatro cuadras de casa, mi sensación era la de -imagino- un turista visitando por primera vez un país de escaso o nulo renombre internacional, con el tiempo avanzando a un ritmo francamente tropical -paradójico para los apenas siete grados de temperatura- y aproximadamente mil quinientas personas bailando ebrias y felices, cuando durante todo lo que ha venido de año no han hecho más que trabajar a cambio de un sueldo imperdonable.

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..........Surrealismo al alcance de todos, pero vivído tan en carne propia que se hace imperceptible, invisible, como intentar verse las entrañas.